Aprovechando que el blog cumple 100.000 visitas, quiero publicar este post que quise hacer el año pasado pero que por determinadas circunstancias no pude hacerlo. Y es que el año pasado "cumplí" 30 años como aficionado a la Astronomía (o sea ya 31 años). Esta Ciencia, además de ser muy romántica, está impregnada de una aire de colaboración entre los que la amamos completamente imprescindible. Si no compartes tu cariño por la Astronomía, no es lo mismo. Y no solo el cariño, también tus observaciones. Estas últimas de nada valen tenerlas guardadas en un cajón. Como no podía ser de otra forma, quiero mostrar a todos mis lectores y seguidores una serie de souvenirs de mi afición. Estoy convencido que tendremos muchos puntos en común.
Mi primer libro
Este fue mi primer libro de Astronomía. Es MI libro. Lo adoro. Lo compré el 4 de enero de 1985 cuando tenía 15 años. Antes, cuando querías comprar libros de Astronomía tenías que encargarlos porque no resultaban tan accesibles como ahora. Yo lo hice semanas atrás, en una sencilla librería que había en mi barrio de San Julián, junto a unos pisos de color rojo, el color de Marte. Me costó 1400 pesetas que había reunido, poco a poco, entre cumpleaños, regalitos de tías y sencillísimas huchas que tañían la caída de una moneda de domingo en domingo si acaso.
El libro, "Atlas de Astronomía" de Joachim Hermann, me presentó a las estrellas en todo un alarde de romanticismo. Seguía sus pasos poco a poco. Lo leía y lo releía pero, ¡ay amigo!, la edad no me permitía entender demasiado...
Insistía una y otra vez hasta que conseguí descubrir, desde una azotea llena de tejas antiguas y musgo húmedo, las Pléyades, la constelación de Oríón o la brillante Sirio. Por entonces, en mi sencillo barrio sevillano, la luz de las estrellas te permitían soñar y disfrutar de la maravilla que tenemos encima de nuestras cabezas.
Me levanto muchas mañanas y nos cruzamos continuamente las palabras, unas escritas y otras sentidas. Que viejecito está mi libro, superado por sus contenidos pero no por cariño, que grande es, lindo, maravilloso, romántico, MI libro.
Cosmos
¿Y qué decir de esta serie? ¿Qué decir del autor? ¿Qué decir de la música? ¿Qué decir del libro? Decir "Cosmos" es decir amor por las estrellas, por la música, por la pintura, por los libros...
La sensacional serie "Cosmos" tuve la suerte de verla por primera vez en el verano de 1982. Lo recuerdo perfectamente. Yo estaba en la etapa final de mi niñez llamando a las puertas de la adolescencia. Aún tengo la imagen grabada de su estreno en Televisión Española antes de un capítulo de otra maravillosa serie dedicada al genial Santiago Ramón y Cajal.
Una amalgama de efectos especiales te acercaban a las estrellas mientras la impresionante voz de José María del Río entre sones musicales mágicos te transportaban a un Universo que empezaba a descubrir. En realidad yo estaba descubriéndo todo y "Cosmos" supuso una excelente forma de mirar todo con curiosidad y de encontrar mi primer romance en las estrellas.
"Cosmos" tuvo una versión actualizada años después con un Carl Sagan que aparecía, ya más envejecido, al final de cada capítulo comentando los avances que se habían producido desde que se creó la serie hasta entonces. Fue en 1989, dos años después de que mi amor por el cielo se mezclara con mi actual amor en la Tierra.
En su día, en homenaje a lo que hubiera sido el 80 aniversario del nacimiento de Carl Sagan escribí esta entrada en mi blog que siempre coloco en las redes sociales cada 9 de noviembre desde entonces. El día del cumpleaños del que me abrió los ojos al cielo, y curiosamente un día antes de volver a ver la serie...
La Agrupación Astronómica
Recuerdo perfectamente como una tarde de primeros de noviembre en una de las paredes del instituto donde estudiaba, vi un cartel que indicaba que una agrupación astronómica proyectaba la serie Cosmos. Como comenté anteriormente, la serie supuso un impacto importantísimo para mi. Fue alucinante poder verla de nuevo pues, salvo de esa forma, no tenía medio alguno para volverla a disfrutar de ella. Así que se lo comenté a mi amigo Conrado Balaguer y nos fuimos, una tarde de un viernes 8 de noviembre de 1985, a la Agrupación Astronómica Albireo. Curiosamente, un día antes de que Sagan cumpliera 51 años.
Fuimos los dos amigos, adolescentes aún, y allí, entre muchas gentes de todas las edades (pero normalmente mayores que nosotros) pudimos disfrutar de la serie Cosmos. Desde entonces esa Agrupación se me quedó grabada para siempre.
Pero lo mejor de todo vino al final de la proyección. Un señor comunicó que con motivo del acercamiento del cometa Halley, al día siguiente iban a salir a observarlos a un lugar a unos 25 kilómetros de Sevilla llamado "Los Molinos". Nos embargó tanto la emoción que decidimos ir, no sin antes preguntar como lo haríamos (pues, obviamente, no teníamos coche), la hora de ida y la de vuelta para poder "discutirlo" con nuestros padres. Muy amablemente ese señor me facilitó su teléfono y, no solo eso, nos llevó a Conrado y a mi a disfrutar de una excelente noche de observación del Halley. Ese señor marcó mis inicios en la Astronomía, en la ilusión y en el aprendizaje del cielo y de los instrumentos. Ese señor es José Antonio Pleguezuelo, quien, en mi vida no es que mereciera un post sino todo un blog para él. Lo del Halley vino después...
Años más tarde, la Agrupación como tal decayó hasta el extremo de estar inactiva. Con el apoyo de muchos de los aficionados, y ya amigos, de por entonces, decidí reflotarla en julio de 1990. La idea era impulsarla teniendo como pilar básico el trabajo de observación y de colaboración con entidades astronómicas. Realmente me inspiré en algunas asociaciones que había en España que se movían con esos mismos fines como era el Grupo de Estudios Astronómicos o la Red Mira entre otros y con los que colaboraba activamente a nivel personal. Lamentablemente la etapa duró cinco años. Una complicada situación personal por la que atravesaba y los propios errores se unieron con el ansia de poder y la maldad de algún que otro "socio" al que el cielo le importaba más bien poco, para que que, desde entonces, empezara a ser más y mejor aficionado sin participar en asociaciones de mi ciudad que estando vinculado a ellas, hecho al que el incipiente Internet estaba ayudando cada vez más. No obstante, los recuerdos buenos siempre superarán a los malos.
El Cometa Halley
No sabría describir lo que supuso para mi el cometa Halley. Eran tiempos donde los medios de comunicación hablaban del cometa un día si y otro también. Las revistas de divulgación de esos tiempos, Muy Interesante, Nuevo Algo, Conocer, nos iban abriendo boca para el espectáculo que íbamos a vivir pero que después se quedó en poco.
No obstante mi ilusión era máxima. Para aumentar más mi inquietud y estar todo el día pensando en la Astronomía, en la Agrupación Astronómica Albireo, tuvimos la visita del astrónomo venezolano D. Ignacio Ferrín que venía de un congreso sobre el cometa en Heidelberg (Alemania) y era, a la sazón, presidente de la Liga Iberoamericana de Astronomía. Nos presentó su libro para la observación de cometas y nos dio las instrucciones y la motivación para hacerlo en una genial conferencia que aún tengo guardada en una cinta de cassette.
Aunque el cometa Halley no fue un cometa que destacara por su brillo en el cielo nocturno, acentuó mi interés por la Astronomía y por la observación de cometas. Me permitió colaborar, por primera vez, con instituciones astronómicas que aceptaban las observaciones de los astrónomos aficionados. Esos primeros momentos y esas primeras observaciones compartidas con aficionados de tu ciudad, otros aficionados de toda España y del mundo me llenaron de ilusión pero a la vez que abrieron los ojos para seguir colaborando con la observación seria del Universo. Vendrían (y siguen viniendo) muchas más...
Las Observaciones de Variables
Las estrellas variables son aquellas que varían su brillo a lo largo de períodos de tiempo. La primera vez que tuve contacto con ellas fue a finales de 1985 tras leer las magníficas publicaciones del Grupo de Estudios Astronómicos, (GEA). Esta asociación se dedicaba a observar estrellas variables, tanto visualmente como con fotómetros, y a partir del tratamiento matemático de los datos llegaba a calcular parámetros importantes de la estrella que se observaba. Se seguían estrellas cuyo brillo variaban en cortos espacios de días (lo que llamamos eclipsantes o cefeídas) y los resultados que se obtenían eran fantásticos. Y lo mejor: ¡Yo podía participar! Otra ilusión más que abría la Astronomía a un chaval. Inmediatamente me puse manos a la obra y empecé a aprenderme el método de observación y a subir cada noche a la azotea de mi casa a hacer observaciones de las estrellas que componían el programa de observación del GEA.
Pasado un tiempo seguí colaborando con la Red Mira que vigilaba erupciones de estrellas variables y a aquellas cuya variación se hacía en un plazo mayor de tiempo. Luego empece a participar en programas internacionales y a ser socio de la mayor asociación del mundo en este campo la americana AAVSO. Y así, hasta hoy. Las estrellas variables siempre han sido (y serán) el motivo principal de mi interés por la Astronomía a nivel de trabajos de observación y la Astrofísica como estudio.
Mi Primera Revista de Astronomía
Era diciembre de 1985. En las radios sonaban canciones como el excelente "Pictures in the Dark"de Mike Oldfield o el solidario "Do They Know It´s Christmas?" de la oportuna banda Band Aid liderada por Bob Geldof como preludio navideño. Mientras tanto, Steven Spielberg nos mostraba los "encantos" de viajar en el tiempo con su película "Regreso al Futuro". Fue entonces cuando apareció este regalo del que sigo disfrutando aún hoy.
Éste es el primer número de la revista "Tribuna de Astronomía": la primera publicación para aficionados a la Astronomía de nuestro país de venta en kioskos. Esta es la mía. Me la regaló, hace 31 años, en diciembre de 1985 un aficionado al que tengo la suerte de conservar como amigo: José Luis Guisado. He escrito varias veces en ella y aún sigo comprando sus números en su ya renovada edición. Y lo haré siempre.
Entre el impacto de todo el año 1985 y como antesala a la mítica e inminente aparición mediática del cometa Halley que los aficionados ya habíamos observado, apareció esta revista que nos alegró la vida a todos los que adorábamos en ese momento a las estrellas. Un verdadero soplo de aire fresco en medio de los aún más frescos (y entonces claros) cielos invernales.
Y mi primer telescopio
La Agrupación Astronómica
Recuerdo perfectamente como una tarde de primeros de noviembre en una de las paredes del instituto donde estudiaba, vi un cartel que indicaba que una agrupación astronómica proyectaba la serie Cosmos. Como comenté anteriormente, la serie supuso un impacto importantísimo para mi. Fue alucinante poder verla de nuevo pues, salvo de esa forma, no tenía medio alguno para volverla a disfrutar de ella. Así que se lo comenté a mi amigo Conrado Balaguer y nos fuimos, una tarde de un viernes 8 de noviembre de 1985, a la Agrupación Astronómica Albireo. Curiosamente, un día antes de que Sagan cumpliera 51 años.
Fuimos los dos amigos, adolescentes aún, y allí, entre muchas gentes de todas las edades (pero normalmente mayores que nosotros) pudimos disfrutar de la serie Cosmos. Desde entonces esa Agrupación se me quedó grabada para siempre.
Pero lo mejor de todo vino al final de la proyección. Un señor comunicó que con motivo del acercamiento del cometa Halley, al día siguiente iban a salir a observarlos a un lugar a unos 25 kilómetros de Sevilla llamado "Los Molinos". Nos embargó tanto la emoción que decidimos ir, no sin antes preguntar como lo haríamos (pues, obviamente, no teníamos coche), la hora de ida y la de vuelta para poder "discutirlo" con nuestros padres. Muy amablemente ese señor me facilitó su teléfono y, no solo eso, nos llevó a Conrado y a mi a disfrutar de una excelente noche de observación del Halley. Ese señor marcó mis inicios en la Astronomía, en la ilusión y en el aprendizaje del cielo y de los instrumentos. Ese señor es José Antonio Pleguezuelo, quien, en mi vida no es que mereciera un post sino todo un blog para él. Lo del Halley vino después...
En el centro junto con los primeros compañeros de Albireo |
El Cometa Halley
Una de mis primeras observaciones |
No obstante mi ilusión era máxima. Para aumentar más mi inquietud y estar todo el día pensando en la Astronomía, en la Agrupación Astronómica Albireo, tuvimos la visita del astrónomo venezolano D. Ignacio Ferrín que venía de un congreso sobre el cometa en Heidelberg (Alemania) y era, a la sazón, presidente de la Liga Iberoamericana de Astronomía. Nos presentó su libro para la observación de cometas y nos dio las instrucciones y la motivación para hacerlo en una genial conferencia que aún tengo guardada en una cinta de cassette.
Aunque el cometa Halley no fue un cometa que destacara por su brillo en el cielo nocturno, acentuó mi interés por la Astronomía y por la observación de cometas. Me permitió colaborar, por primera vez, con instituciones astronómicas que aceptaban las observaciones de los astrónomos aficionados. Esos primeros momentos y esas primeras observaciones compartidas con aficionados de tu ciudad, otros aficionados de toda España y del mundo me llenaron de ilusión pero a la vez que abrieron los ojos para seguir colaborando con la observación seria del Universo. Vendrían (y siguen viniendo) muchas más...
Las Observaciones de Variables
Una de mis primeras curvas de luz. Verano de 1986 |
Pasado un tiempo seguí colaborando con la Red Mira que vigilaba erupciones de estrellas variables y a aquellas cuya variación se hacía en un plazo mayor de tiempo. Luego empece a participar en programas internacionales y a ser socio de la mayor asociación del mundo en este campo la americana AAVSO. Y así, hasta hoy. Las estrellas variables siempre han sido (y serán) el motivo principal de mi interés por la Astronomía a nivel de trabajos de observación y la Astrofísica como estudio.
Mi Primera Revista de Astronomía
Era diciembre de 1985. En las radios sonaban canciones como el excelente "Pictures in the Dark"de Mike Oldfield o el solidario "Do They Know It´s Christmas?" de la oportuna banda Band Aid liderada por Bob Geldof como preludio navideño. Mientras tanto, Steven Spielberg nos mostraba los "encantos" de viajar en el tiempo con su película "Regreso al Futuro". Fue entonces cuando apareció este regalo del que sigo disfrutando aún hoy.
Éste es el primer número de la revista "Tribuna de Astronomía": la primera publicación para aficionados a la Astronomía de nuestro país de venta en kioskos. Esta es la mía. Me la regaló, hace 31 años, en diciembre de 1985 un aficionado al que tengo la suerte de conservar como amigo: José Luis Guisado. He escrito varias veces en ella y aún sigo comprando sus números en su ya renovada edición. Y lo haré siempre.
Entre el impacto de todo el año 1985 y como antesala a la mítica e inminente aparición mediática del cometa Halley que los aficionados ya habíamos observado, apareció esta revista que nos alegró la vida a todos los que adorábamos en ese momento a las estrellas. Un verdadero soplo de aire fresco en medio de los aún más frescos (y entonces claros) cielos invernales.
Este fue mi primer telescopio. Lo compré en una óptica a mediados de diciembre de 1985. Casi un año después de mi primer libro de Astronomía. Me costó 3000 pesetas (unos 18 euros de ahora) mide 60 mm de diámetro y 350 mm de distancia focal. Es muy pequeño pero muy grande a la vez.
Lo usé nada más llegar a casa desde uno de los balcones y enfoqué, en una fría noche, una brillante estrella que si no recuerdo mal fue Deneb. El telescopio estaba desenfocado y me costó varios días saber como se enfocaba con el ocular... Entonces en la antesala navideña, subí a una escalera metálica llena de restos de pinturas, sobre su base puse mi flamante telescopio de sobremesa y, con la ayuda de mi libro, apunté a las Pléyades, enfoqué y ahí empezó mi romance con la Astronomía en general y con las Pléyades en particular.
Aún lo uso. Con él he hecho más de 11000 observaciones de estrellas variables, he observado muchos cúmulos y algunas galaxias. Muchas estrellas dobles a su alcance las he podido admirar con él, así como cometas, ocultaciones por asteroides, eclipses, y a nuestra compañera la Luna. Mi telescopio ya es mayorcito y pasó su niñez y juventud conmigo pero, a sus 31 años, aún sigue siendo mi compañero algunas. Seguimos juntos, observando el cielo estrellado. Él mayorcito y yo aún con la ilusión de un niño.
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