domingo, 18 de diciembre de 2016

Noches de Paz



Disfruta estos días del cielo. Cuando se haya puesto el Sol, mira al Oeste, verás un objeto muy brillante. Es el planeta Venus. Tras el Sol y la Luna, es el cuerpo más brillante de cuantos puedes ver en el cielo. Es como el hijo entre dos padres que nos iluminan el día y la noche. Fíjate bien en él y disfruta de ese momento. Es precioso. Ahora mira un poco más arriba, verás un punto rojo, modesto, brillante e intrigante. Es otro de nuestros hermanos del Sistema Solar: el planeta Marte. Otro de los hijos de la preciosa familia que nos alumbran los cielos. Venus y Marte se irán acercando durante todos estos días navideños. Obsérvalos.

En el primer día del año, la madre, la Luna, como salvaguardando a sus hijos tras el fin de año se situará al sur de Venus, y al día siguiente estará entre medio de los dos mostrándonos con un pequeño creciente lo encantadora que es. Será una magnífica forma de empezar el 2017.

Atardecer del día 1 de enero de 2017

Atardecer del día 2 de enero de 2017

Ahora mira al Este. Esa parte del cielo no tiene desperdicio en estas fechas. Existen muchas estrellas brillantes en esa región. Desde el horizonte empieza a emerger la preciosa constelación de Orión. Es tan bonita que le llaman la Catedral del Cielo, incluso incorpora una Capilla Sixtina en ella. Al norte de la constelación verás una estrella roja, Aldebarán, la estrella más brillante de la constelación del Toro, y un poco más arriba de ella un pequeño conjunto de estrellas visibles, las Pléyades. Un auténtico recuerdo de mi afición. Cuando las ves, siempre te sacan una sonrisa. Más hacia el norte y alta sobre el horizonte se sitúa la constelación de Auriga con su forma de pentágono y su brillante estrella Capella. Abajo de Auriga, los hermanos celestes, los Gemelos (Geminis) saludando al observador desde el horizonte.

El horizonte este en las primeras horas de las noches de Navidad

A veces los amaneceres tienen más encanto que los atardeceres. A mi me gusta mucho observar el cielo en las últimas horas de la madrugada. Aún desde la ciudad. El cielo está más limpio y el silencio te sirve de compañía. Si puedes hacerlo en estos días, o has de madrugar por tus obligaciones, fíjate bien el cielo del Sur. Verás un objeto brillante junto a otro más débil. El más brillante, blanco y marcado, es el planeta Júpiter. Nuestro hermano mayor en el Sistema Solar. Se sitúa al norte de la estrella más brillante de la constelación de la Virgen, su nombre es Espiga (Spica), espiga de trigo para los griegos y Ceres, diosa de la agricultura para los romanos. En el amanecer del día 23 de diciembre la Luna se situará muy cerca de Júpiter y Spica. Un bello cuadro en el cielo navideño.


En el cielo Sur, Júpiter y la estrella Spica. En el amanecer del día 23 podremos ver junto a ellos a la Luna.


Mirar al cielo supone transportarnos en el tiempo y en el espacio. Genera paz y tranquilidad. Nos hace pequeños pero, a la vez, nos hace grandes. Nos permite, además, compartir con todos los de nuestra misma especie el espectáculo que ofrece y todo lo que ello conlleva. Y no solo eso. Su observación genera amistad, afinidad, belleza, armonía, compañerismo e incluso amor. Jamás perdamos la oportunidad de observar el cielo. 

Disfruta también de estos días, cualquiera que sea la excusa. Déjate ir. Aunque sea solo un instante. Comparte un rato con quien quieres y con quien te hacen feliz. Si puedes, mira el cielo con ellos. Y si no, siempre te quedará el cielo para que lo admires. Tu que lees esto, recibe, de todo corazón, mis más sinceros deseos de Felicidad para la Navidad que se presenta y que en el próximo 2017 dicha Felicidad no nos abandone en ningún momento. Disfruta siempre del Firmamento estrellado, siempre te asegurarán unas fantásticas Noches de Paz.



martes, 13 de diciembre de 2016

Tycho Brahe: El hombre que no vivió en vano

Un 14 de diciembre de hace 470 años nacía en Knudstrup, (actual Suecia) uno de los astrónomos más importantes de la Historia y un impulsor de la Revolución Científica. La observación de un eclipse de Sol le inspiró a estudiar Astronomía alejándose de las obligaciones propias de la nobleza. Excéntrico, inteligente y vividor, sus precisas observaciones sirvieron para la base matemática que ideara un genial Kepler y que sirvieran de sustento a la teoría de que la Tierra girara alrededor del Sol, la teoría heliocéntrica.







1.- TYCHO


Tycho (o Tyge) Brahe nació el 14 de diciembre de 1546 en Knudstrup, Escania; hoy Suecia pero entonces perteneciente a Dinamarca. Hijo del gobernador del castillo de Helsingborg, fue apadrinado por su tío Joergen el cual era un gran terrateniente y vicealmirante que había mostrado a su hermano sus deseos de apradinar uno de sus hijos, cuando los tuviera, y adoptarlo hasta el punto de considerarlo como hijo suyo. El gobernador le prometió a su hermano que así sería pero un incidente vino a postergar la promesa. La madre de Tycho Brahe dio luz a gemelos, y uno de ellos murió. Así, y como era de esperar, la situación cambió, y no fue hasta que Brahe tuvo un hermano cuando pasó a ser adoptado por su influyente y acaudalado tío.

En 1559 fue enviado a la Universidad de Copenhague, Dinamarca, para iniciar su educación. Estudió  primeramente Derecho y Filosofía como correspondía en esos tiempos a su condición nobiliaria y como procedía para acceder a sus futuros cargos estatales. Todo iba bien, con un futuro prometedor y resuelto. Hasta que un suceso vino a cambiarle su orientación y visión de la vida.

El eclipse de Brahe
El 21 de agosto de 1560 Tycho Brahe observó un eclipse de Sol que le dejó completamente  admirado. El muchacho, que no había cumplido los catorce años, acababa de sentir que los sucesos astronómicos le habían despertado un tremendo interés. La observación del fenómeno celeste le había resultado realmente maravillosa. Apasionante. Fue entonces cuando comenzó a adquirir libros sobre Astronomía, leyendo sin demora, y de manera particular, a Tolomeo. No obstante, los estudios había que continuarlos y dos años más tarde fue enviado por su tío a estudiar a la Universidad de Leipizg. (Como curiosidad la línea de totalidad del eclipse pasó por buena parte de Andalucía).

Su tío Joergen observaba que la afición a la Astronomía de su sobrino tendía a alejarle del verdadero cometido nobiliario. La Astronomía no era una profesión adecuada para un noble así que le puso bajo la tutoría de Anders Vedel quien, a la sazón, era uno de los grandes historiadores daneses. Para desgracia de su tío y para el bien de la Ciencia, el muchacho no dejaría su pasión por la Astronomía en ningún momento y Vedel desistió de la vigilancia encomendada un año después.

Tablas Alfonsíes en las que se basó Brahe
En agosto de 1563, cuando tenía dieciséis años, Tycho volvió a observar otro fenómeno celeste que le dejó perplejo. Esta vez se trató de una conjunción entre Saturno y Júpiter. El fenómeno no tendría más trascendencia sino fuera porque se dio cuenta de que las tablas alfonsíes -las vigentes por entonces- predecían el acontecimiento con un mes de retraso. Fue entonces cuando el joven decidió definitivamente su futuro dando un paso importantísimo comprobando de inmediato que había que realizar las observaciones con muy buena precisión, mejorando todas las que hasta entonces se habían realizado. Para ello debían usarse instrumentos lo suficientemente exactos como para realizar éstas observaciones y así corregir las tablas astronómicas de su tiempo. Si Tycho no descubrió nada, ya con darse cuenta de la falta de precisión que existía en las observaciones, lo descubrió todo. Con el tiempo el gran astrónomo danés se convirtió en un fanático por la exactitud. 

Es indudable que todas las conclusiones que sacaba de sus propias observaciones le hacían pensar, y mucho. No concordaban con el sistema en el que siempre creyó.  Pensó en un nuevo concepto cosmológico a medio camino entre el sistema geocéntrico y el  heliocéntrico. Según éste, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno girarían alrededor del Sol, y éste. a su vez, giraba, con toda la corte planetaria, alrededor de la Tierra. Sistemas similares se  habían propuesto por Reymers Bear, latinizado como Ursus, (al que Brahe le acusó en 1588 de haberle robado sus teorías en una visita que hizo a Hven en 1584), y también por un tal Helisaeus Roeslin. 

Tycho prosiguió sus estudios en distintas universidades, pasó por Wittenberg, Rostock, Basilea y Ausburgo. Aumentaba constantemente su colección de instrumentos astronómicos así como sus conocimientos matemáticos. En 1565, durante su época universitaria, se batió en duelo con un joven danés como consecuencia de una riña que, supuestamente, tuvieron por saber quien sabía más sobre Matemáticas. El tiempo probablemente le dio la razón al astrónomo pero también le marcó con el puente de la nariz rota, puente que hubo que sustituir con una placa de metal y que continuamente necesitaba untar con un ungüento. Este episodio de la historia parece contener, no obstante, cierto aire legendario.


2.- LA NUEVA ESTRELLA

Posición de la Supernova de Tycho (señalada como I)
Tras acabar sus estudios Tycho regresó a su Dinamarca natal. El 11 de noviembre de 1572 volvía del taller de alquimia de su tío y en el camino hizo algo que muchos de los aficionados a la Astronomía hemos hecho en más de una ocasión: lanzar una mirada al cielo. Quedó fascinado. Observó en la constelación de Casiopea una estrella muy brillante, incluso superaba el brillo del planeta Venus. Estaba asombrado; no se lo creía. Para superar su incredulidad llamó a varios campesinos para que certificaran que su observación no era una ilusión. La inmutabilidad de los cielos propuesta por Aristóteles indicaba que todo los cambios que ocurrían en el cielo se producían a partir de la esfera inmediatamente inferior a la Luna y eran considerados pues como fenómenos meteorológicos. Esta doctrina llevaba siglos imponiéndose y por tanto una estrella nueva en el cielo resultaba, cuanto menos, incómoda. De hecho, Plinio, en su Historia Natural , nos cuenta que Hiparco -otro grandísimo observador ya comentado en el blog- vio un suceso similar en el año 125 a.C., pero, como correspondía a la doctrina aristotélica, fue considerado como un suceso atmosférico y no tuvo mayor trascendencia. Pero en el caso de Tycho no iba a querer la Historia de la Ciencia que fuera así. 

Preciso Sextante de Tycho
Los astrónomos de la época, encabezados por Brahe, creyeron que las líneas de investigación a seguir debían seguir dos rumbos, por un lado observar si la estrella se movía y por otro intentar calcular su distancia. No estaba mal planteado si nos paramos a pensar. Observadores como Michael Maestlin (antiguo profesor de Kepler y destacado por su impresionante agudeza visual) y Thomas Digges, usaron hilos de tela para demostrar que la estrella no se movía. Brahe, en cambio, usó un preciso sextante siguiendo la búsqueda de datos exactos consecuencia de sus observaciones de años atrás. Tycho llegó a la misma conclusión. Además, durante el año y medio que la estrella fue visible en los cielos intentó calcular la distancia por el método del paralaje (un método que usa la trigonometría para el cálculo de las distancias) y comprobó que la estrella no mostraba paralaje alguno formando parte, por consiguiente, de las estrellas fijas.

La estrella se había convertido, tras la admiración, en un problema: ni se movía ni estaba cerca. Tycho no
solo acababa de descubrir una supernova (de la que hoy podemos ver sus residuos) sino que le daba un mazazo tremendo a toda la doctrina aristotélica. Fue entonces cuando Tycho comprendió que sus observaciones debían ser publicadas, aunque no era esto una tarea precisamente de nobles en aquella época y ni siquiera resultaba bien vista. No obstante el astrónomo lo consideró oportuno y publicó en 1573 un librito llamada "Nova Stella" en la que, además de indicar la inmovilidad de la nueva estrella, dio por primera vez el nombre de NOVA a este tipo de estrellas. El librito se iniciaba con unas cartas introductorias, seguía con unos almanaques, unos diarios meteorológicos y astrológicos (sí, también Tycho se dedicó a esto), unos versos, y el resto, unas veintisiete páginas, contenían las explicaciones sobre la nueva estrella y los instrumentos utilizados para observarla. Tycho, "el fenix de la Astronomía", como le llamaba Kepler, se había convertido, pese a su juventud, en el astrónomo más importante de su tiempo. Y desde luego, no sin razón.

3.- URANIBURG 

Tycho tenía una aptitud nobiliaria curiosa. Como él mismo diría, su vida la hacía entre "caballos, perros y lujo" aunque esto pueda considerarse como una queja, la segunda parte de su vida transcurrió en el mismo ambiente pero agrandado con majestuosas comidas y grandes borracheras. Por otra parte, Tycho optó por una profesión no adecuada para un noble, la de astrónomo, desechando de ésta forma su futuro político y además, se casó con una campesina (para colmo sin pasar por el altar, un auténtico escándalo es esos tiempos). De todas formas su afán por realizar observaciones meticulosas no cesó ni un sólo momento y al final de su vida se comprobó que el camino elegido había sido el correcto.


La Ciudad de Urania
Tres años después de la aparición de la nueva estrella, Tycho tenía ya noticias de contar con la gracia del rey Federico II y con buena parte de la aristocracia danesa. Se dedicó a viajar -uno de sus placeres- para ver a sus amigos de Frankfurt, Basilea, Wittemberg, Venecia y Cassel. Precisamente en Cassel estaba instalado su amigo Guillermo IV, el landgrave (importante título nobilidario) del rey Federico II, quien también era astrónomo o, al menos, disponía de un observatorio astronómico en su ciudad. Fue precisamente el landgrave quien intercediera con el rey para que Tycho pudiera disponer de un observatorio adecuado. Federico II aceptó la oferta realizada por el landgrave y decidió ofrecerle varias zonas en las que Tycho pudiera asentarse pero éste, meticuloso como él mismo, no aceptó. De manera que decidió quedarse en Basilea, así que, ante la negativa del astrónomo, el monarca optó por entregarle una isla entera, el mando para gobernarla y una suma anual de dinero que se situaba entre las más altas de toda Dinamarca. La oferta era irresistible y Tycho aceptó marcharse a su nuevo lugar: la isla de Hven, situada entre Suecia y Dinamarca, y a la que posteriormente llamaría Uraniburg, la Ciudad de Urania.

Uraniburg debía ser un sueño. Un lugar para imbuirse en el Universo entre medio de un remanso de paz y estímulo. Tycho, como no podía ser de otra forma, se hizo con los servicios de un arquitecto alemán para realizar su excéntrica ciudad estelar. Veamos un relato que nos hace Arthur Koestler del impresionante observatorio:: 


 "[...] Fachada renacentista coronada con un domo en forma de cebolla  flanqueada por torres cilíndricas, cada una de ellas con un techo móvil que albergaba los instrumentos de Tycho, y rodeada por galería de relojes, cuadrantes solares, globos y figuras alegóricas. En el sótano se hallaba la prensa de imprimir de Tycho, abastecida por su propio molino de papel, su horno de  alquimista, y una prisión particular para arrendatarios indóciles."




Vista "aérea" de Uraniborg
Fue una construcción costosísima en la que hoy día se me ocurre que sólo faltaría Dalí para adornar con lienzos surrealistas las paredes del observatorio. Disponía en el interior de su biblioteca de una esfera de un metro y medio de diámetro en la que iba grabando cada una de las estrellas con una precisión incalculable para la época. De hecho, Tycho realizó un catálogo indicando las posiciones precisas de 777 estrellas, añadiendo posteriormente 293 estrellas -no tan precisas- con las que conseguía un catálogo de 1000 estrellas, un número redondo. Más tarde, embarcado en su excentricidad, Tycho construyó otro observatorio. Esta vez subterráneo al que llamó Stjoerneburg, la ciudad estrella, con el que protegería a sus instrumentos de las vibraciones que causaba el viento.

El Gran Cometa de 1577 (George Jacob Daschitzky)
Una vez instalado en su observatorio, Tycho observaba todo lo que podía. Vigilaba el cielo constantemente.

En 1577 apareció un cometa en el cielo que le sirvió a para dar un nuevo golpe a la teoría aristotélica y, por añadidura, a él mismo: aún creía en la teoría geocéntrica de Tolomeo. Fue el Gran Cometa de 1577. Con sus instrumentos, que seguían siendo los mejores para la época y apoyado por su increíble agudeza visual, observó que la paralaje del cometa indicaba que estaba más de seis veces más distante que la Luna y, además, creyó en la posibilidad de que el cometa tuviera una órbita distinta a la circular algo que no cuadraba para nada con la concepción cosmológica que regía en aquellos tiempos y en la que él aún creía. Si la órbita del cometa era como él creía, el viaje que a través de dicha órbita emprendiera el cuerpo celeste destrozaría todas las esferas aristotélicas. Tenía que pensar una solución. El sistema en el que confiaba se revolvía contra él mismo. 

4.- EL NUEVO SISTEMA


En la faceta astronómica Tycho Brahe hizo multitud de observaciones astronómicas que le permitieron detectar que los movimientos lunares variabancalculó la longitud de un año con un error que no llegaba a un segundo, y observó todos los movimientos planetarios. Por lo demás en la isla de Hven se sucedían todo tipo de visitas de aristócratas y gobernantes, en un devenir de grandes cenas, dispendios, todo tipo de lujos y con su bufón Jepp haciendo payasadas constantemente. En la sombra, los antiguos habitantes de Hven pasaron a ser tratados con mayor dureza a medida que pasaban los años desde la llegada del astrónomo a la isla. A veces cruelmente. Brahe llegó a tener acongojado hasta al propio rey Federico II del que se mofaba cada vez que creía oportuno y los efectos del alcohol hacían mella en él. Entretanto, buscó las soluciones a su nuevo sistema.


Es indudable que todas las conclusiones que sacaba de sus propias observaciones le hacían pensar, y mucho. No concordaban con el sistema en el que siempre creyó.  Pensó en un nuevo concepto cosmológico a medio camino entre el sistema geocéntrico y el  heliocéntrico. Según éste, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno girarían alrededor del Sol, y éste. a su vez, giraba, con toda la corte planetaria, alrededor de la Tierra. Sistemas similares se  habían propuesto por Reymers Bear, el ya mencionadoUrsus  y también por Helisaeus Roeslin. 


Brahe desarrolló una apasionada carrera astronómica pero aún le esperaban nuevos destinos y nuevos "amigos"...


5.- PRAGA


Con un nuevo sistema cosmológico en su cabeza y con muchísimas y exactas observaciones en sus cuadernos, Tycho iba a dejar cultivado el terreno para el florecimiento de una nueva etapa de la ciencia astronómica.

La Isla de Hven y el observatorio de Brahe en la actualidad
En 1588 Federico II, quien le aguantaba todo lo inaguantable a Tycho, murió. Su sucesor, Christian IV no iba a ser tan condescendiente con el arrogante astrónomo. Y no lo fue. Harto de soportarlo durante los primeros años de su mandato y repleto de protestas por los maltratados habitantes de Hven, Christian IV le llamó la atención a Tycho y empezó por bajarle sus emolumentos. Ante esto y tras 22 años en la isla de Hven, donde realizó sus "viriles, precisas y absolutamente exactas" observaciones, Tycho decidió abandonar Dinamarca no sin antes expresar su malestar al rey. 

Inició su periplo viajero con toda su corte de familiares, sirvientes y por supuesto con su enano Jepp. Comenzó por tierras alemanas y en 1599, invitado por el emperador Rodolfo II llegó a la ciudad de Praga. Realmente acabar en Praga se debió a la amistad que tenía con el médico Tadeáš Hájek, quien era un gran amigo y valedor de Tycho además de médico de Rodolfo II. El emperador decidió, por tanto, alojarlo en el castillo de Benatek situado a una treintena de kilómetros de la hoy capital checa y lo nombró matemático imperial. Pero en Praga no todo fue como en Hven. Rodolfo II le había asegurado 3000 florines anuales para que se quedase allí (además de, evidentemente, ofrecerle el castillo) pero dicha cifra apenas llegaba a la mitad de los honorarios que percibía en Hven. Tycho empezó a preparar sus trabajos astronómicos pero no tenía aún el instrumental para realizalo. El encargo de Tycho a la corte del emperador para que sus instrumentos llegaran a Praga cada vez se hacía más de rogar, la tardanza era excesiva y todo esto provocaría contínuas desavenencias.  Pero lo que Tycho esperaba con más ansiedad estaba aún por aparecer.

6.- EL INVITADO

Kepler viajando a Praga. (Serie Cosmos)
Entre 1595 y 1596, cuando aún continuaba vigente la pelea por la autoría del nuevo sistema cosmológico entre Tycho y el que también fuera matemático imperial de Rodolfo II, Ursus (Nicolaus Reimers), Johannes Kepler acababa de publicar su Mysterium Cosmographicum. Kepler optó por enviar, sin saber de la pelea entre ambos astrónomos, un ejemplar a cada uno. Mientras que Kepler nunca recibió respuesta de Ursus (pero que en cambio usó los escritos de Kepler en su propio beneficio antes de morir), Tycho, sabiendo de la valía del joven astrónomo, fue más  ávido y le indicó que aplicara sus descubrimientos geométricos a su sistema, instándole a visitar y quedarse en Praga con él. Eso fue a principios de diciembre de 1599. Kepler llegó a Praga a mediados de enero de 1600 después de un tortuoso y lamentable viaje desde Gratz. Jamás olvidaré las escenas de la hija de Kepler y de su atormentada y enferma mujer que de manera exhuberante se refleja en el capítulo tercero de la magistral serie Cosmos del gran divulgador Carl Sagan.

Cuando Kepler llegó a Praga con su familia no pudo tener peor recibimiento. El gran astrónomo Brahe no había prestado atención en recibirle y tuvo que conformarse con ser guiado por el hijo mayor del astrónomo danés, Christian Sorensen, latinizado como Longomontanus, y el junker de Brahe, un tal Tengnagel, quienes procuraron emplear la mayor antipatía posible con el nuevo invitado. Varias semanas después de la llegada Brahe recibió a Kepler.

Pero las hostilidades no terminaron con el recibimiento. La antipatía del hijo de Tycho por Kepler fue paulatinamente convirtiéndose en odio. Máxime cuando Tycho le había encomendado a su hijo la tarea de estudiar Marte, trabajo éste que le fue arrebatado en favor de Kepler quien, en ese momento,
estudiaba el planeta Júpiter. Kepler, halagado y olvidándose de todo lo anterior, le prometió a Brahe que en tan solo ocho días solucionaría todos los problemas que daba la órbita del planeta.

Kepler comenzó a trabajar de inmediato y pronto se dio cuenta que ocho días no iban a solucionar ni la parte más ínfima del problema. En su fuero interno Kepler quería usar los datos de Brahe (los mejores existentes) para construir su propio sistema del universo, los sólidos pitagóricos y la armonía de los mundos debían encajar con las observaciones. Brahe también sabía eso. Y no solamente esto, sabía que no iba a resistir mucho tiempo para crear su sistema semigeocéntrico.

Monumento a Brahe y Kepler en Praga
Ambas ideas no cesaban de aparecer en la mente de Brahe, quien consciente del problema, decidió enseñar a pescar a su discípulo pero no sin dificultades. No ayudaba para nada a Kepler. Es famosa la cita de Kepler al respecto: "Tycho no me daba ninguna oportunidad de compartir sus experiencias. Lo único que conseguía era que en el transcurso de una comida y mientras hablábamos de otros asuntos, mencionara [Brahe], como de pasada, hoy la cifra del apogeo de un planeta, mañana los nodos de otro".

La tensión entre Kepler y Tycho iba en aumento. En abril de 1600 Kepler decidió irse de Praga y abandonar el castillo de Benatek manifestando que la vuelta requeriría, al menos, cumplir los compromisos iniciales en cuanto al dinero, al modo de trabajo y a las condiciones humanas. Kepler no quería más humillaciones. A pesar de todo el carácter de Kepler,tuvo que guardar su razonable orgullo y pedir disculpas al noble. El danés, altanero, decidió aceptarlas y en una muestra de necesidad interior fue a Praga para volver a llevar a Kepler a su propio castillo. Kepler consiguió, por añadidura, todos los datos de Marte. Tenía vía libre y, en años sucesivos, lo demostraría, llegando a ser uno de los más grandes baluartes de la Revolución Científica


7.- NE FRUSTA VIXISSE VIDEAR 

La cantidad inmensa de observaciones realizadas por Tycho después de tantos años y en antos lugares cesaron en octubre de 1601 de forma inmediata. El que había sido su discípulo durante dieciocho meses y que sería su sucesor en el cargo de matemático imperial, nos cuenta el fin de Brahe. Nadie mejor para conocerlo que el propio Kepler:


El 13 de octubre, Tycho Brahe, en compañía del maestro Minkowitz, acudió a cenar en casa  del ilustre Rosenberg, y retuvo sus aguas más allá  de lo que exige la cortesía. Al beber más,  sintió que la tensión de su vejiga se incrementaba, pero puso la educación por delante de su salud. Cuando regresó a su casa, apenas fue capaz de orinar...

Tras cinco noches sin dormir, seguía sin poder soltar su agua sin experimentar grandes dolores, e incluso así la evacuación era difícil. El insomnio prosiguió, con fiebre interna que desembocó gradualmente en delirio, y la comida que comía, y que no podía retener, exacerbaba el mal. El 24 de octubre, su delirio cesó durante varias horas, la naturaleza venció y expiró pacíficamente entre los consuelos, plegarias y lágrimas de su gente. 

Como correspondía a un gran noble, Tycho Brahe fue enterrado en Praga en una ceremonia grandiosa en su honor. Lamentablemente todo su instrumental astronómico y que había servido para acceder a tantos datos celosamente guardados por la naturaleza quedó viejo, inutilizado, y fue quemado durante la Guerra de los Treinta Años.

En los momentos delirantes de sus últimos días, Tycho no paraba de repetir, una y otra vez, una frase que pasaría a la historia como símbolo de lo que había hecho y lo que quería que se hiciese: Ne frusta vixisse videar: Que no parezca que he vivido en vano. La ciencia astronómica no sólo sabe que Tycho no vivió en vano sino que le debe buena parte de su historia futura.



NOTA PERSONAL:

Las vidas y trabajos de Tycho Brahe y Johannes Kepler siempre me apasionaron. Reconozco que Kepler es mi astrónomo favorito y, de paso, mi científico. Quizá porque supo darle paso a la verdad aún cuando ésta era contraria a sus propios pensamientos, ideas y convicciones. Existe mucho material buenísimo e impactante sobre ese tema. Con independencia del tercer capítulo de la serie Cosmos aconsejaría varias lecturas: la biografía de Kepler desarrollada por Max Caspar, la espectacular "The Lord of Uraniborg" de Thoren y por supuesto el fantástico libro escrito en 1959 "Los Sonámbulos" de Arthur Koestler el cual desarrolla, en algunos pasajes, la historia de estos dos científicos. En él me he basado para hacer esta entrada. Koestler desapareció por iniciativa propia. Sin duda, él tampoco vivió en vano...





sábado, 3 de diciembre de 2016

Algol: La estrella endemoniada.

LA ESTRELLA ENDEMONIADA

Mofarse de ser más bella que las Nereidas le costó caro a Andrómeda. Sus padres, Cefeo y Casiopea, decidieron dejarla encadenada a una roca junto al mar. Estaría un tiempo allí justo hasta que apareciera el gran monstruo marino Cetus, quien vendría velozmente a devorarla. Gran tropelía había cometido. Pero, cuando Cetus parecía estar terminando de preparar su festín, apareció Perseo, quien al ver el rostro de Andrómeda quedó enamorado repentinamente y la liberó tras decapitar al monstruo marino con una gran espada. ¿O quizá quedó el monstruo petrificado tras enseñarle Perseo la cabeza de la Gorgona Medusa? 

Perseo da nombre a una constelación situada al sur de Casiopea y de Andromeda (entre la suegra y la mujer) y alberga una estrella muy particular. La segunda más brillante de la constelación, Algol, en árabe Ras al-gul, la cabeza del demonio. Que enigmático nombre para una estrella. Especialmente cuando fue bautizada por unos astrónomos tan precisos como los antiguos árabes. Pero, ¿qué tiene Algol de particular?

Algol es una estrella variable. Es el prototipo de las binarias eclipsantes que llevan su nombre, las algólidas. Las causas de su variación son extrínsecas a ella. Se trata de un sistema de dos estrellas cercanas entre sí en el cual una estrella gira alrededor de la otra, de tal suerte que nuestra línea visual coincide con el plano de traslación de una estrella alrededor de la otra, lo que permite que sea observado desde la Tierra un eclipse cada vez que una pasa delante de la otra. Es la única forma de saber que el sistema está compuesto por dos estrellas pues su distancia es tan pequeña, observada desde la Tierra, que no podemos separarlas visualmente o con fotografías (aunque con espectroscopía si). Estos cambios fueron observados más detalladamente hacia 1670 por el astrónomo italiano Geminiano Montanari aunque sin dar respuesta a los mismos hasta que el joven sordomudo John Goodricke la encontró y la expuso en 1783. No obstante, parece que ya los egipcios conocían de estos cambios.. Puedes ver algo más de la historia del descubrimiento de esta estrella en éste enlace en este mismo blog.


LA ESTRELLA

Algol es una estrella situada a 93 años luz de nosotros. Es decir los eclipses que observemos ocurrieron hace casi un siglo. El par de estrellas que realiza el eclipse están separados un 6% la distancia que nos separa de la Tierra al Sol, es decir, muy cercanas (0.062 unidades astronómicas). En cambio, hay una tercera estrella que acompaña al sistema situada a 2.69 UA con un período orbital de 681 días. La compañera principal tiene un radio de algo más de 4 veces el del Sol y la secundaria tiene un radio 3 veces el del Sol.



LOS ECLIPSES DE ALGOL

Algol sufre un eclipse de luz cada 2 días y 21 horas aproximadamente. Transcurrido ese tiempo, su luz baja desde la magnitud 2,1 (magnitud con la que la solemos ver habitualmente en los cielos) hasta la 3,4 en algo menos de cinco horas, empleando otras tantas en recuperar su brillo normal. Desde núcleos poco contaminados estos cambios son perfectamente visibles convirtiéndose en una curiosa observación. Estamos acostumbrados a los eclipses de Luna y de Sol pero en el cielo también las estrellas se eclipsan entre sí.


Obsérvese que a mitad "de camino" entre dos eclipses consecutivos se produce un mínimo secundario pero cuya observación está alejada de nuestros propósitos y además resulta apenas perceptible bajando solo 0,1 magnitudes.

9,6 horas de eclipse en Algol. La mitad para el descenso y la otra mitad para el ascenso9,6 horas de eclipse en Algol.


¿CÓMO OBSERVAR UN ECLIPSE DE ALGOL?


Mapa de localización de la estrella Algol dentro de la constelación de Perseo (IAU/Sky & Telescope)

Una vez que hemos identificado la zona del cielo donde se encuentra Algol (véase la carta superior). Lo primero es necesario disponer de una carta llamada de comparación donde aparezca la estrella variable, normalmente rodeada por un círculo y las estrellas de comparación acompañadas de un número que significa la magnitud conocida de las mismas sin la coma decimal. Si pinchas en la carta puedes acceder a una versión imprimible de la misma.
A continuación es necesario conocer cuando se van a producir los eclipses, dato éste al que los observadores de estrellas variables le llaman efeméride. Una vez que sabemos cuando se van a producir los eclipses, nos prepararemos para una larga sesión de observación comenzando por tener bien localizadas las estrellas de comparación y la variable, en este caso Algol. Hay que tener en cuenta que no suele ser común poder observar un eclipse completo por la duración de los mismos pero sí podemos observar la rama de descenso, la totalidad y un poco del ascenso. O viceversa, un poco de la rama de descenso, la totalidad y la rama de ascenso. Esto nos llevaría unas cinco horas y media o seis. Como quizá no dispongamos de tanto tiempo podríamos tomar dos horas antes y dos horas después del instante del eclipse para que después podamos obtener una gráfica simétrica del eclipse.

Ya con el campo estelar reconocido, usaremos los grados de Argelander explicados en la anterior entrada para hacer las comparaciones y las iremos anotando. Con una comparación cada veinte minutos es más que suficiente para ir viendo los cambios de luz a lo largo del eclipse.  Luego en casa, con más tranquilidad y calor, iremos haciendo los cálculos para llegar a saber la magnitud que le hemos medido a Algol.



ECLIPSES PRÓXIMOS EN DICIEMBRE

Durante estos primeros días de diciembre tendremos la oportunidad de observar en buenas condiciones dos eclipses de Algol. El primero de ellos (y el más fácil de observar) será el domingo día 4 de diciembre cuando la estrella estará oscurecida por su compañera a las 20h19 Tiempo Universal, es decir a las 21h19 hora local peninsular española. Podremos observar desde cuando oscurezca (el eclipse se iniciará a las 16h30 por tanto aún con luz del día) y ya la veremos un poco más baja de brillo de lo normal. A partir de las 21h19, y superada la totalidad del eclipse, la estrella irá subiendo de brillo durante casi dos horas y media. En esta oportunidad la Luna (iluminada un 24%) no molestará y la observación de la estrella será cómoda

Otro eclipse se sucederá casi tres días después. El miércoles 7 de diciembre Algol alcanzará su mínimo brillo a las 17h08 Tiempo Universal, una hora más en el horario peninsular español. Por entonces aún no será noche cerrada pero una hora después sí, y a partir de ese momento podremos ir viendo como sube su brillo hasta las 21h57 (las once de la noche en la Península). La Luna estará en Cuarto Menguante pero no debe ser un obstáculo importante para su observación desde lugares oscuros aunque sí desde núcleos urbanos.

Las observaciones las podremos hacer cada 15-20 minutos usando el método de Argelander,comentado anteiormente y explicado en esta entrada.

A partir de aquí tendremos que esperar hasta los días finales de mes, ya entrada las Navidades, para obtener otros eclipses asequibles -en cuanto a hora- para ser observados. El día y la hora de los siguientes eclipses que pueden observarse por completo o en alguna rama de ascenso o descenso son:

22/12/2016 01h13 TU (Rama de ascenso)
24/12/2016 22h01 TU (Rama de ascenso, totalidad  y algo de descenso)
27/12/2016 18h51 TU (Totalidad y rama de ascenso)


Sin duda observar el eclipse de una estrella es bastante interesante. Un fenómeno relativamente habitual pero no común entre las estrellas brillantes y lleno de interés.

Observado desde hace siglos, realmente es lógico que llamara la atención de los astrónomos. Estoy seguro que Perseo, para conseguir el amor eterno de Andrómeda, habría matado a Cetus usando la cabeza de la Gorgona Medusa cuya mirada petrificara todo aquello que se interpusiera entre sus ojos, uno de los cuales era Algol. Lo que no sabía Perseo es que Cetus también contenía una "maravillosa" estrella variable...

¡No perdamos la oportunidad de disfrutar del espectáculo de los cielos!

domingo, 27 de noviembre de 2016

Souvenirs de mi afición

Aprovechando que el blog cumple 100.000 visitas, quiero publicar este post que quise hacer el año pasado pero que por determinadas circunstancias no pude hacerlo. Y es que el año pasado  "cumplí" 30 años como aficionado a la Astronomía (o sea ya 31 años). Esta Ciencia, además de ser muy romántica, está impregnada de una aire de colaboración entre los que la amamos completamente imprescindible. Si no compartes tu cariño por la Astronomía, no es lo mismo. Y no solo el cariño, también tus observaciones. Estas últimas de nada valen tenerlas guardadas en un cajón. Como no podía ser de otra forma, quiero mostrar a todos mis lectores y seguidores una serie de souvenirs de mi afición. Estoy convencido que tendremos muchos puntos en común. 



Mi primer libro

Este fue mi primer libro de Astronomía. Es MI libro. Lo adoro. Lo compré el 4 de enero de 1985 cuando tenía 15 años. Antes, cuando querías comprar libros de Astronomía tenías que encargarlos porque no resultaban tan accesibles como ahora. Yo lo hice semanas atrás, en una sencilla librería que había en mi barrio de San Julián, junto a unos pisos de color rojo, el color de Marte. Me costó 1400 pesetas que había reunido, poco a poco, entre cumpleaños, regalitos de tías y sencillísimas huchas que tañían la caída de una moneda de domingo en domingo si acaso.

El libro, "Atlas de Astronomía" de Joachim Hermann, me presentó a las estrellas en todo un alarde de romanticismo. Seguía sus pasos poco a poco. Lo leía y lo releía pero, ¡ay amigo!, la edad no me permitía entender demasiado...

Insistía una y otra vez hasta que conseguí descubrir, desde una azotea llena de tejas antiguas y musgo húmedo, las Pléyades, la constelación de Oríón o la brillante Sirio. Por entonces, en mi sencillo barrio sevillano, la luz de las estrellas te permitían soñar y disfrutar de la maravilla que tenemos encima de nuestras cabezas. 

Me levanto muchas mañanas y nos cruzamos continuamente las palabras, unas escritas y otras sentidas. Que viejecito está mi libro, superado por sus contenidos pero no por cariño, que grande es, lindo, maravilloso, romántico, MI libro.



Cosmos

¿Y qué decir de esta serie? ¿Qué decir del autor? ¿Qué decir de la música? ¿Qué decir del libro? Decir "Cosmos" es decir amor por las estrellas, por la música, por la pintura, por los libros...

La sensacional serie "Cosmos" tuve la suerte de verla por primera vez en el verano de 1982. Lo recuerdo perfectamente. Yo estaba en la etapa final de mi niñez llamando a las puertas de la adolescencia. Aún tengo la imagen grabada de su estreno en Televisión Española antes de un capítulo de otra maravillosa serie dedicada al genial Santiago Ramón y Cajal. 

Una amalgama de efectos especiales te acercaban a las estrellas mientras la impresionante voz de José María del Río entre sones musicales mágicos te transportaban a un Universo que empezaba a descubrir. En realidad yo estaba descubriéndo todo y "Cosmos" supuso una excelente forma de mirar todo con curiosidad y de encontrar mi primer romance en las estrellas.

"Cosmos" tuvo una versión actualizada años después con un Carl Sagan que aparecía, ya más envejecido, al final de cada capítulo comentando los avances que se habían producido desde que se creó la serie hasta entonces. Fue en 1989, dos años después de que mi amor por el cielo se mezclara con mi actual amor en la Tierra.

En su día, en homenaje a lo que hubiera sido el 80 aniversario del nacimiento de Carl Sagan escribí esta entrada en mi blog que siempre coloco en las redes sociales cada 9 de noviembre desde entonces. El día del cumpleaños del que me abrió los ojos al cielo, y curiosamente un día antes de volver a ver la serie...



La Agrupación Astronómica

Recuerdo perfectamente como una tarde de primeros de noviembre en una de las paredes del instituto donde estudiaba, vi un cartel que indicaba que una agrupación astronómica proyectaba la serie Cosmos. Como comenté anteriormente, la serie supuso un impacto importantísimo para mi. Fue alucinante poder verla de nuevo pues, salvo de esa forma, no tenía medio alguno para volverla a disfrutar de ella. Así que se lo comenté a mi amigo Conrado Balaguer y nos fuimos, una tarde de un viernes 8 de noviembre de 1985, a la Agrupación Astronómica Albireo. Curiosamente, un día antes de que Sagan cumpliera 51 años.

Fuimos los dos amigos, adolescentes aún, y allí, entre muchas gentes de todas las edades (pero normalmente mayores que nosotros) pudimos disfrutar de la serie Cosmos. Desde entonces esa Agrupación se me quedó grabada para siempre.

Pero lo mejor de todo vino al final de la proyección. Un señor comunicó que con motivo del acercamiento del cometa Halley, al día siguiente iban a salir a observarlos a un lugar a unos 25 kilómetros de Sevilla llamado "Los Molinos". Nos embargó tanto la emoción que decidimos ir, no sin antes preguntar como lo haríamos (pues, obviamente, no teníamos coche), la hora de ida y la de vuelta para poder "discutirlo" con nuestros padres. Muy amablemente ese señor me facilitó su teléfono y, no solo eso, nos llevó a Conrado y a mi a disfrutar de una excelente noche de observación del Halley. Ese señor marcó mis inicios en la Astronomía, en la ilusión y en el aprendizaje del cielo y de los instrumentos. Ese señor es José Antonio Pleguezuelo, quien, en mi vida no es que mereciera un post sino todo un blog para él. Lo del Halley vino después...

En el centro junto con los primeros compañeros de  Albireo
Años más tarde, la Agrupación como tal decayó hasta el extremo de estar inactiva. Con el apoyo de muchos de los aficionados, y ya amigos, de por entonces, decidí reflotarla en julio de 1990. La idea era impulsarla teniendo como pilar básico el trabajo de observación y de colaboración con entidades astronómicas. Realmente me inspiré en algunas asociaciones que había en España que se movían con esos mismos fines como era el Grupo de Estudios Astronómicos o la Red Mira entre otros y con los que colaboraba activamente a nivel personal. Lamentablemente la etapa duró cinco años. Una complicada situación personal por la que atravesaba y los propios errores se unieron con el ansia de poder y la maldad de algún que otro "socio" al que el cielo le importaba más bien poco, para que que, desde entonces, empezara a ser más y mejor aficionado sin participar en asociaciones de mi ciudad que estando vinculado a ellas, hecho al que el incipiente Internet estaba ayudando cada vez más. No obstante, los recuerdos buenos siempre superarán a los malos.




El Cometa Halley

Una de mis primeras observaciones
No sabría describir  lo que supuso para mi el cometa Halley. Eran tiempos donde los medios de comunicación hablaban del cometa un día si y otro también. Las revistas de divulgación de esos tiempos, Muy Interesante, Nuevo Algo, Conocer, nos iban abriendo boca para el espectáculo que íbamos a vivir pero que después se quedó en poco.

No obstante mi ilusión era máxima. Para aumentar más mi inquietud y estar todo el día pensando en la Astronomía, en la Agrupación Astronómica Albireo, tuvimos la visita del astrónomo venezolano D. Ignacio Ferrín que venía de un congreso sobre el cometa en Heidelberg (Alemania) y era, a la sazón, presidente de la Liga Iberoamericana de Astronomía. Nos presentó su libro para la observación de cometas y nos dio las instrucciones y la motivación para hacerlo en una genial conferencia que aún tengo guardada en una cinta de cassette.

Aunque el cometa Halley no fue un cometa que destacara por su brillo en el cielo nocturno, acentuó mi interés por la Astronomía y por la observación de cometas. Me permitió colaborar, por primera vez, con instituciones astronómicas que aceptaban las observaciones de los astrónomos aficionados.  Esos primeros momentos y esas primeras observaciones compartidas con aficionados de tu ciudad, otros aficionados de toda España y del mundo me llenaron de ilusión pero a la vez que abrieron los ojos para seguir colaborando con la observación seria del Universo. Vendrían (y siguen viniendo) muchas más...


Las Observaciones de Variables

Una de mis primeras curvas de luz. Verano de 1986
Las estrellas variables son aquellas que varían su brillo a lo largo de períodos de tiempo. La primera vez que tuve contacto con ellas fue a finales de 1985 tras leer las magníficas publicaciones del Grupo de Estudios Astronómicos, (GEA). Esta asociación se dedicaba a observar estrellas variables, tanto visualmente como con fotómetros, y a  partir del tratamiento matemático de los datos llegaba a calcular parámetros importantes de la estrella que se observaba. Se seguían estrellas cuyo brillo variaban en cortos espacios de días (lo que llamamos eclipsantes o cefeídas) y los resultados que se obtenían eran fantásticos. Y lo mejor: ¡Yo podía participar! Otra ilusión más que abría la Astronomía a un chaval. Inmediatamente me puse manos a la obra y empecé a aprenderme el método de observación y a subir cada noche a la azotea de mi casa a hacer observaciones de las estrellas que componían el programa de observación del GEA.

Pasado un tiempo seguí colaborando con la Red Mira que vigilaba erupciones de estrellas variables y a aquellas cuya variación se hacía en un plazo mayor de tiempo. Luego empece a participar en programas internacionales y a ser socio de la mayor asociación del mundo en este campo la americana AAVSO. Y así, hasta hoy. Las estrellas variables siempre han sido (y serán) el motivo principal de mi interés por la Astronomía a nivel de trabajos de observación y la Astrofísica como estudio.


Mi Primera Revista de Astronomía


Era diciembre de 1985. En las radios sonaban canciones como el excelente "Pictures in the Dark"de Mike Oldfield o el solidario "Do They Know It´s Christmas?" de la oportuna banda Band Aid liderada por Bob Geldof como preludio navideño. Mientras tanto, Steven Spielberg nos mostraba los "encantos" de viajar en el tiempo con su película "Regreso al Futuro". Fue entonces cuando apareció este regalo del que sigo disfrutando aún hoy.

Éste es el primer número de la revista "Tribuna de Astronomía": la primera publicación para aficionados a la Astronomía de nuestro país de venta en kioskos. Esta es la mía. Me la regaló, hace 31 años, en diciembre de 1985 un aficionado al que tengo la suerte de conservar como amigo: José Luis Guisado. He escrito varias veces en ella y aún sigo comprando sus números en su ya renovada edición. Y lo haré siempre.

Entre el impacto de todo el año 1985 y como antesala a la mítica e inminente aparición mediática del cometa Halley que los aficionados ya habíamos observado, apareció esta revista que nos alegró la vida a todos los que adorábamos en ese momento a las estrellas. Un verdadero soplo de aire fresco en medio de los aún más frescos (y entonces claros) cielos invernales.



Y mi primer telescopio


Este fue mi primer telescopio. Lo compré en una óptica a mediados de diciembre de 1985. Casi un año después de mi primer libro de Astronomía. Me costó 3000 pesetas (unos 18 euros de ahora) mide 60 mm de diámetro  y 350 mm de distancia focal. Es muy pequeño pero muy grande a la vez.

Lo usé nada más llegar a casa desde uno de los balcones y enfoqué, en una fría noche, una brillante estrella que si no recuerdo mal fue Deneb. El telescopio estaba desenfocado y me costó varios días saber como se enfocaba con el ocular... Entonces en la antesala navideña, subí a una escalera metálica llena de restos de pinturas, sobre su base puse mi flamante telescopio de sobremesa y, con la ayuda de mi libro, apunté a las Pléyades, enfoqué y ahí empezó mi romance con la Astronomía en general y con las Pléyades en particular.

Aún lo uso. Con él he hecho más de 11000 observaciones de estrellas variables, he observado muchos cúmulos y algunas galaxias. Muchas estrellas dobles a su alcance las he podido admirar con él, así como cometas, ocultaciones por asteroides, eclipses, y a nuestra compañera la Luna. Mi telescopio ya es mayorcito y pasó su niñez y juventud conmigo pero, a sus 31 años, aún sigue siendo mi compañero algunas. Seguimos juntos, observando el cielo estrellado. Él mayorcito y yo aún con la ilusión de un niño.